Foto: Andina

  • “Merecemos autoridades comprometidas con nuestro patrimonio cultural, que no solo se pongan un poncho o una cushma, sino que entiendan y respeten realmente a nuestros pueblos y que luchen con ellos por sus derechos”.

Escribe Silvana Baldovino / Directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas* 

 

La última crisis política del Gobierno del presidente Pedro Castillo nos restriega nuevamente en la cara la importancia que le dan nuestros gobernantes a nuestra identidad, la riqueza de nuestra propia historia y el valor de los pueblos indígenas para un país que es pluricultural y multiétnico.

Cada nuevo gabinete de los últimos años es una lucha por la representatividad, paridad para las mujeres y la búsqueda del conocimiento y entendimiento de nuestra propia cultura. Los pueblos indígenas reclaman la reivindicación de sus derechos y el reconocimiento de su rol en la sociedad, cada paso adelante cuesta a sus líderes muchos años de enfrentamientos, y cuando finalmente pensamos en que puede haber un avance, la realidad nos demuestra nuevamente la indiferencia a nuestra cultura y a la riqueza de sus conocimientos.

El nombramiento del último primer ministro y el gabinete que lo acompaña es una muestra clara de la importancia que tiene, para el presidente Pedro Castillo, nuestros pueblos indígenas, y la búsqueda de estos por la equidad e igualdad. La pandemia evidenció en el Perú las brechas sociales y las grandes necesidades de estos pueblos, oportunidad que debimos aprovechar para finalmente comenzar a trabajar por la tan buscada reivindicación.

En los últimos años, con un fuerte trabajo de organizaciones indígenas de todo el país, la seguridad jurídica de los territorios de los pueblos indígenas logró colocarse en la agenda nacional. El cierre de brechas para el otorgamiento de derechos a su favor se volvió una prioridad; lamentablemente, en este periodo líderes indígenas fueron asesinados por defender estas tierras, por evidenciar la necesidad de su protección; y los gobiernos regionales en diferentes niveles de magnitud comenzaron a priorizar a los pueblos indígenas en la búsqueda de la solución de los diversos conflictos que los aquejan.

Por ello, el rol del Ejecutivo es clave para seguir empujando esto, para no quedarnos en etapas iniciales y en buenas intenciones. Deberíamos trabajar para poder otorgarle a los pueblos los derechos que les corresponde; sin embargo, el pequeño avance podría diluirse de manera inmediata con este gabinete, y a ello se suma la falta de compromiso y visión de nuestras autoridades para reconocer los derechos de los pueblos ancestrales. No podemos a estas alturas, con doscientos años de historia, seguir presenciando discursos donde la ignorancia, desconocimiento o mal entendimiento de su dinámica, forma de vida, costumbres y el manejo y autonomía de sus tierras siga siendo visto como peligroso o como forma de acaparamiento de poder o de los recursos naturales.

Para los pueblos indígenas, la vinculación con la tierra es un binomio indisoluble, es parte de su identidad, de su pasado y de su futuro, no es ideología política, no es acaparamiento de tierras, sino es una forma de vida. Se trata de vínculos que necesitamos comprender, proteger y respetar. Como país debemos dar todo de nosotros para salvaguardarlos porque nuestra identidad está en juego, la ignorancia nos la está quitando y la política la está enterrando. Merecemos autoridades comprometidas con nuestro patrimonio cultural, que no solo se pongan un poncho o una cushma, sino que entiendan y respeten realmente a nuestros pueblos y que luchen con ellos por sus derechos. No queremos más líderes asesinados, más tierras invadidas ni conocimientos perdidos porque eso nos está costando muy caro como país.

 

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*El artículo fue originalmente publicado en RPP, el 7 de febrero de 2022.