Semana del Clima: una oportunidad clave para el planeta

POR: ISABEL CALLE / FECHA: 01.09.2025
SPDA
Foto: Difusión

Escribe: Isabel Calle / Directora ejecutiva de la SPDA

Del 9 al 29 de septiembre se desarrollará en Nueva York la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas, cuyo objetivo principal será alcanzar consensos para superar los grandes desafíos que enfrenta el planeta, ocho décadas después de la creación de esta entidad máxima del multilateralismo.

Esta asamblea, además, ha sido siempre una oportunidad para el desarrollo de actividades, eventos y plenarias orientadas a definir y acelerar acciones orientadas a frenar el cambio climático y sus consecuencias. Ese espacio es conocido como la “Semana del Clima de Nueva York”, que este año irá del 21 al 28 de septiembre.

No se trata, sin embargo, de un evento único. La Semana del Clima es más bien la suma de un conjunto de eventos e iniciativas que reúnen, en distintos espacios (incluida la sede de la ONU), a jefes de gobierno, representantes del mundo empresarial, tecnológico, académico, así como líderes de organizaciones de la sociedad civil e indígenas. ¿El propósito? Motivar, impulsar, acelerar la acción climática, y evidenciar que, frente al incremento de eventos climáticos extremos, el mundo debe ratificar su compromiso, incrementar su ambición y fortalecer sus acciones, considerando que el proceso climático iniciado con la adopción en 1992 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y consolidado el año 2015 con el Acuerdo de París, es un proceso indetenible e irreversible.

Este año, la Semana del Clima abarcará temas como infraestructura sostenible y resiliencia, justicia ambiental, innovación tecnológica, economía circular, conservación de la naturaleza y sistemas alimentarios, transición energética, uso de datos para la sostenibilidad, entre otros. El programa contempla multiplicidad de eventos, entre activaciones, campañas y mesas de debates. 

A su vez, la Semana del Clima deberá demostrar al mundo que la economía global ha alcanzado mayor madurez para seguir impulsando la transformación sistémica, las transiciones sectoriales y las acciones orientadas a la reducción de emisiones y la adaptación, frente a los persistentes discursos negacionistas climáticos y decisiones políticas orientadas a ralentizar o detener el proceso. Una economía madura será capaz de mostrar el camino que la política y las tensiones geopolíticas no se atreven o no logran definir.

Además, con ocasión de la cumbre convocada por el Secretario General de la ONU para el 24 de setiembre, se espera que varios países presenten sus nuevas Contribuciones Nacionalmente Determinadas – NDC (o plan climático nacional), con el objetivo de cerrar la brecha de emisiones que, de mantenerse, nos llevaría a sobrepasar el umbral de incremento máximo de temperatura promedio del planeta de 1.5 °C, fijado en el Acuerdo de París.

La Semana del Clima será también el preámbulo clave de la cumbre internacional sobre cambio climático (COP30) que se realizará en Belém (Brasil), en noviembre de este año. En ambos casos, será una ventana para mostrar qué está haciendo el mundo, y qué no, para salvarnos de nosotros mismos.

Estos encuentros también servirán para presentar los avances alcanzados en el denominado “Balance Ético Global”, planteado por Brasil como país anfitrión, con lo cual será la primera vez en la historia donde Estados y negociadores reflexionarán sobre las implicaciones éticas y morales de la crisis climática. Además, será una oportunidad para conocer las iniciativas de comunidades indígenas para enfrentar el cambio climático; aprender de las medidas adoptadas para atraer inversión en tecnologías limpias con el fin de aplicarlas en sectores como la industria y el transporte; generar alianzas estratégicas con empresas, organizaciones civiles, y diversas agrupaciones; y exponer nuestra problemática respecto a la justicia climática.

Para el Perú, uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, ambos sucesos representan una oportunidad estratégica, no solo para que el mundo escuche nuestra voz, sino también para aprender de otras experiencias, destacar el cumplimiento de nuestros compromisos climáticos, y compartir nuestras soluciones, muchas de ellas basadas en el conocimiento ancestral transmitido de generación en generación. No obstante, aún falta mayor claridad respecto al compromiso y la ambición del plan climático que el Perú podría presentar. Este contexto representa una oportunidad para que el país refuerce su liderazgo y muestre al mundo una ruta más sólida.

 

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