Antes de formalizarse, Susy padecía muchas complicaciones con la documentación, tenía menos ingresos y lidiar con la corrupción era un problema continuo. Ser mujer en el sector pesquero artesanal también fue un gran reto, sobre todo, por su rol como “armadora” (dueña de embarcación), pero esto no la detuvo y, más bien, marcó su liderazgo en la zona de la caleta La Tortuga, en Paita. Los tiempos han mejorado: sus ventas son directamente con las fábricas, por lo que sus ganancias subieron un 20 por ciento.
Formar parte del proyecto “Por la Pesca”, sin duda, fue de gran ayuda. Gracias al apoyo de especialistas de la SPDA, fue capacitada para mantener en mejor estado tanto su embarcación, como en temas sanitarios para el manejo de productos hidrobiológicos y, finalmente, lograr la habilitación. Con este documento, Susy da fe que el producto que ofrece es de calidad y que su trabajo no amenaza la sostenibilidad de las pesquerías artesanales ni la biodiversidad y los medios de vida de las comunidades costeras.
En la actualidad, se dedica a la administración de su negocio, ayuda a su padre y otras personas del sector y, pese a que existen días de escasez, jamás deja de agradecerle al mar por todo lo que le ha dado. El caso de Susy es una historia de éxito e inspiración para las mujeres y ciudadanos peruanos que viven de la pesca, y un referente que demuestra el valor que tiene la formalización en la vida de las y los trabajadores del mar.
Cabe señalar que el proyecto “Por la Pesca”, implementado por la SPDA, USAID y la Fundación de la Familia Walton, ha ayudado a formalizar más del 20 por ciento de la flota pesquera artesanal de pota y perico, lo que representa a más de 450 embarcaciones. Es probable que esto recién sea el inicio y el camino sea largo y complicado, pero historias como la de Susy es la mayor motivación para continuar y soñar con más mujeres trabajando de forma sostenible en el mar peruano.
Fotos: USAID Perú.