Ömäene Harakbut

El audiovisual sigue al sabio indígena Luis Tayori Kendero en la expedición que lideró hacia el Rostro Harakbut, un sitio sagrado para su pueblo. Este recorrido permitió su digitalización, acercando este lugar ancestral a quienes no pueden visitarlo.
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Hace más de una década, en uno de sus primeros viajes al Rostro Harakbut, el sabio indígena Luis Tayori Kendero tuvo un sueño: en su visión, él era el rostro y varias pantallas a su alrededor lo mostraban girando. “Con los años entendí que ese sueño tenía un mensaje”, dice Tayori, mientras observa en una laptop la réplica virtual de este monumento sagrado. Esta escena forma parte del corto documental Ömaëne Harakbut.

Hace más de una década, en uno de sus primeros viajes al Rostro Harakbut, el sabio indígena Luis Tayori Kendero tuvo un sueño: en su visión, él era el rostro y varias pantallas a su alrededor lo mostraban girando. “Con los años entendí que ese sueño tenía un mensaje”, dice Tayori, mientras observa en una laptop la réplica virtual de este monumento sagrado. Esta escena forma parte del corto documental Ömaëne Harakbut.

La producción, cuyo título significa Somos harakbut’, fue realizada por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), en colaboración con el Ejecutor del Contrato de Administración de la Reserva Comunal Amarakaeri (ECA Amarakaeri) y la Jefatura de la Reserva Comunal Amarakaeri.

El documental retrata el recorrido de una delegación conformada por sabios y jóvenes indígenas harakbut, guardaparques y dirigentes del ECA Amarakaeri hacia este sitio declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2021. Junto a ellos viajó un equipo audiovisual y un grupo de expertos en escaneo 3D, encargados de registrar el Rostro Harakbut con tecnología especializada para preservar digitalmente su forma, texturas y dimensiones.

En varias escenas de Ömaëne Harakbut se aprecian las enormes áreas de bosques, los ríos y quebradas que rodean este lugar sagrado, ubicado dentro de la Reserva Comunal Amarakaeri, un área natural protegida de más de 402 mil hectáreas en Madre de Dios.

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